Todo comenzó con una observación simple
En 2018, trabajando como analista financiero en una gestora de Oviedo, noté algo curioso. Los patrones de mercado se repetían de forma casi predecible según las estaciones del año.
El sector turístico despegaba cada primavera, las empresas de climatización brillaban en verano, y los valores defensivos dominaban en invierno. Era como si el mercado tuviera su propio calendario natural.
Esa observación cambió completamente mi forma de entender la inversión. Y me di cuenta de que muy pocas personas conocían estos patrones estacionales.